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Medioambiente, salud e inequidad global

Un confinamiento mundial consiguió la mayor caída de CO2 de la historia de la humanidad. Es irónico que una enfermedad -Covid19- provocada por el impacto del ser humano en el medioambiente (zoonosis) desemboque en un descenso de entre un 4% y un 7%  de las emisiones que más dañan al planeta. Con el fin de los confinamientos, el CO2 volvió a finales de diciembre a superar en un 2% la tasa del año anterior.

Vamos hacia un déjà vu: aumento de la temperatura terrestre, aumento del nivel del mar, sequías, carencia en el suministro de agua, falta de aire limpio...Todas estas consecuencias afectan a la salud del ser humano. Es la salud ambiental.

Según la OMS, la salud ambiental “está relacionada con todos los factores físicos, químicos y biológicos externos de una persona. Es decir, que engloba factores ambientales que podrían incidir en la salud y se basa en la prevención de las enfermedades y en la creación de ambientes propicios para la salud. Por consiguiente, queda excluido de esta definición cualquier comportamiento no relacionado con el medio ambiente, así como cualquier comportamiento relacionado con el entorno social y económico, y con la genética.” Y según también la OMS cada año mueren 12,6 millones de personas (una cuarta parte de las muertes totales en el mundo) por vivir o trabajar en ambientes poco saludables.

Los responsables de estas elevadas cifras son factores de riesgo ambientales como la contaminación del aire, el agua y el suelo, la exposición a los productos químicos, el cambio climático y la radiación ultravioleta. Estos factores están en el origen de más de 100 enfermedades o traumatismos.

 El entorno socio económico de cada una de esas personas y el desarrollo de esos factores ambientales están, a su vez, íntimamente ligados. Por ejemplo, las personas más empobrecidas suelen tener una salud ambiental peor. Y es que creemos que los problemas medioambientales afectan a todas las personas de un entorno geográfico por igual, pero no es así. La capacidad de respuesta o de medidas de adaptación depende mucho de esos factores socioeconómicos. De hecho, el director de la OMS, Tedros A. Ghebreyesus, ya dijo en 2018 que “la mayoría de estas muertes se producen en países en desarrollo de Asia, África y América Latina”. El impacto del cambio climático afecta de manera desproporcionada sobre la salud de las poblaciones vulnerables y sobre las poblaciones de países de medios y bajos ingresos, lo que desemboca en más desigualdades sociales y económicas. También el Informe del Índice Global de Riesgo Climático 2017 del observatorio alemán German Watch (German Watch, 2016) apunta en esa dirección: que los países menos desarrollados se ven más afectados que los países más desarrollados con un nivel de prosperidad económica mayor. Entre 1998 y 2017, más de 528.000 personas murieron como resultado directo de aproximadamente 11.000 episodios climáticos extremos.

Si nos centramos en la contaminación aérea, nueve de cada diez personas en el mundo respiran aire contaminado y el 91% de la población vive en zonas que superan los límites recomendados por la OMS. El ranking de ciudades más contaminadas del planeta nos muestra que los países con mayor número de ciudades contaminantes son India, China y Pakistan. Hay que llegar al puesto número 167 para ver la primera ciudad europea: Sarajevo.

En otros continentes simplemente se desconoce la calidad del aire por la ausencia casi total de monitorización, como es el caso de África. La mayoría de los países carecen de la infraestructura necesaria para cartografiar los niveles de contaminantes de exposición. Al no existir prácticamente estaciones de control de aire, solamente el 6% de los niños y niñas africanos viven cerca de alguna de ellas (frente al 72% de niños europeos que sí sabemos la calidad de aire que respiran), así que desconocemos su situación real con respecto a la contaminación aérea. Otro aspecto de gran impacto en África son las tormentas de polvo por su material particulado fino que tiene graves consecuencias sobre la salud pública de la población que causa enfermedades respiratorias y cardiovasculares.

Otro elemento que agrava la situación de la calidad del aire es la dependencia de la población a la biomasa. Más del 80% de las personas dependen de ella, sobre todo de la leña como su principal frente de energía (5) para, por ejemplo, cocinar en ambientes cerrados, incrementando así el número de muertes y enfermedades y, a la vez, contribuyendo al cambio climático y a la desertización. Según Susanne Bauer, experta en modelos atmosféricos de la NASA (6), la mortalidad en África por la mala calidad del aire es equiparable a la mortalidad que provoca el VHI/SIDA.

Ese escenario de avance de desertización conlleva pérdida de suelo y deforestación. Por poner un ejemplo, en el Sahel la reducción de vegetación empuja a pastores nómadas a emigrar cada vez más lejos en busca de forraje. La zona del Sahel padece inseguridad alimentaria derivada de diversos motivos como conflictos, desplazamiento de poblaciones, desastres naturales y epidemias.

En esta zona medicusmundi trabaja con mujeres de comunidades pastoralistas y agropastoralistas con el fin de mejorar su situación socioeconómica y desarrollando la promoción de medios de vida alternativos, al acceso de servicios sociales básicos para las mujeres dedicadas al pastoreo y a la agricultura.

En medicusmundi llevamos muchos años preocupados por los efectos del cambio climático en la salud, por sus principales impactos, y analizando, en diálogo con las organizaciones socias del sur, la capacidad sistémica de respuesta que podemos aportar en las intervenciones.  Conscientes de que el cambio climático es el mayor reto global para la consecución de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, teniendo además un impacto muy importante en el ODS 3, relativo a la salud, resulta imprescindible tomar medidas urgentes y radicales si se quiere mantener un clima compatible con los modos de vida tradicionales en los lugares más vulnerables del mundo. En este sentido, además de proponer medidas de mitigación, medicusmundi profundizará en la gestión de escenarios climáticos para determinar los impactos concretos en cada proyecto, así como las estrategias y medidas para la adaptación y aumento de la resiliencia ante el cambio climático.