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Día Mundial de la Salud: Depresión en el mundo, hay luz al final del túnel.

Hace años dividíamos las enfermedades entre las de los países ricos (entre las que se encontraba la depresión) y las de los países pobres, como si éstas te pidieran tu número de pasaporte o tu cuenta bancaria para decidirse a afectarte o no. Se luchaba contra las enfermedades no transmisibles en los países denominados desarrollados y contra las enfermedades infecciosas en los países más empobrecidos. Por ejemplo, solamente el binomio madre-niño/a eran una prioridad en salud en muchos países africanos, pero una persona de 65 años hipertensa o diabética tenía dificultades hasta para ser siquiera considerada enferma.

La cooperación en salud mental y depresión: inexistente

Dentro de esta segmentación que se ha hecho con la salud de las personas, las enfermedades mentales han tenido su status propio en la mayoría de los países empobrecidos, muchas veces no siendo consideradas ni enfermedades. El trabajo en cooperación sobre salud mental ha sido prácticamente inexistente, y al no trabajar en ello se invisibilizaba el problema, llegando a considerarse que era un problema exclusivamente de personas ricas “que no saben qué hacer en su vida”. Por lo tanto las personas pobres se suponía que no la padecían salvo en circunstancias excepcionales, como pudiera ser en graves conflictos o desastres.

Pero estas enfermedades, como la depresión, existen en todo el planeta, y afecta a todos los estratos sociales. Como factores favorecedores de la aparición de la depresión la Organización Mundial de la Salud (OMS), además de algunos acontecimientos vitales como la muerte de un ser querido o el padecimiento de enfermedades, nombra 2 que creo que son clave: la pobreza y el desempleo. Es cierto que siempre se comenta que el riesgo de depresión aumenta cuando previamente no eras tan pobre o tenías un empleo y lo pierdes. Pero ¿cómo se sobrelleva cuando se es pobre, y se pasa a ser más pobre, cuando tu agricultura de subsistencia un año es arrasada por alguna inundación o sequía? ¿Qué les pasa a los 100 millones de personas que anualmente se empobrecen en el mundo por culpa de lo que deben pagar para solventar problemas de salud? Algunas de estas personas se hunden en la desesperación y la depresión, aunque la necesidad de cubrir sus necesidades más básicas enmascara la relevancia de esta enfermedad en sus vidas. Para que una sociedad se enfrente a un problema primero debe ser necesario saber que existe este problema. Y en muchos lugares ni siquiera se plantea que exista la depresión.

 

¿A cuántos millones de personas afecta la depresión?

¿Cómo nos podemos enfrentar a la depresión? Realmente es una enfermedad compleja que afecta a 300 millones de personas en el mundo, y que en los casos más graves puede llevar incluso al suicidio. Recordemos que, a nivel  mundial, el suicidio es la segunda causa de muerte entre las personas de entre 15 y 29 años, y en 2012 unas 800.000 personas en todo el mundo cometieron suicidio. En este día la OMS intenta visibilizar el problema de la depresión, y considera que se puede prevenir y tratar de manera eficaz. El tratamiento promulgado por la OMS consiste en terapia de conversación (también llamada psicoterapia), medicación antidepresiva o una combinación de ambos métodos. Pero ¿están accesibles estos tratamientos para todas las personas, hay personal cualificado para hacerlo? Tampoco podemos dedicarnos a diagnosticar depresiones si no tenemos recursos humanos, técnicos y económicos para combatirlas, porque se generaría una angustia añadida en las personas que la padecen que no sería nada beneficiosa, ni para ellas, ni para su entorno.

 

El papel de las comunidades en la depresión

Aunque veo muy positivo visibilizar estos problemas ocultos, echo de menos el no haber puesto en valor el papel que las propias comunidades pueden asumir en la lucha contra una enfermedad como la depresión. No podemos olvidar que existen otros conceptos de salud aparte del biomédico que solemos usar en nuestro entorno. Todas las culturas desarrollan diversas concepciones de los hechos, factores y condiciones que actúan sobre las personas, y por lo tanto también sobre lo que es salud o enfermedad y la forma de enfrentarse a ello. En una enfermedad como la depresión, en la que tiene mucho que ver los factores psicosociales, no deberíamos abordar el problema exclusivamente desde el área individual, sino que también deberíamos incorporar el nivel comunitario. Muchas comunidades en zonas empobrecidas pueden utilizar sus mecanismos tradicionales en los que su gente confía para ayudar a las personas que sufren depresión , y se deberían hacer las investigaciones, análisis y formaciones oportunas para asegurar que estas soluciones se puedan combinar con la ayuda de especialistas.

Tampoco nos podemos olvidar que manejar la depresión, la malaria, o el cáncer, son problemas de salud que no podemos solventar individualmente. Una persona no quiere no enfermar de una determinada enfermedad, sino que lo que quiere es estar sana. Es necesario reforzar los sistemas públicos de salud para dar respuesta a las necesidades población en todo momento de su vida, incluida la depresión. Porque es una enfermedad que a pesar de que quien la padece parece estar en un oscuro túnel, puede ver la luz al final del camino.  Ayudemos entre todos a iluminarles.

 

Carlos Mediano, Presidente de medicusmundi Internacional