Saltar a contenido

Crisis climática y salud: medidas para actuar contra la pandemia silenciosa

La relación medio ambiente y salud se conoce desde tiempos inmemoriales.Somos conscientes de que el cambio climático es el mayor reto global para la consecución de la Agenda 2030 y tiene además un impacto muy importante en el ODS 3, relativo a la salud. En el Día Mundial de la Tierra, proponemos y pedimos al gobierno que tome medidas urgentes para luchar contra esta pandemia silenciosa.

La relación medio ambiente y salud se conoce desde tiempos inmemoriales. El último aviso ha sido la implacable aparición de la Covid-19, que nos ha golpeado en forma de pandemia a una escala y rapidez de contagio nunca vista antes en la evolución del planeta y del ser humano. A estas alturas asumimos que las enfermedades infecciosas están emergiendo a una velocidad cada vez mayor, y la mayoría causadas por patógenos que saltan desde los animales.

En el Día Mundial de la Tierra y tras cuatro años de ausencia del Acuerdo de París, Estados Unidos inaugura una Cumbre sobre el Clima los días 22 y 23 de abril, e invita a los líderes mundiales a participar. Será el pistoletazo de salida en el camino hacia la COP26 que se celebrará en Glasgow del 1 al 12 de noviembre con un año de retraso por culpa de la Covid19. Mucho tiempo perdido para un tema tan importante como la crisis climática. Por eso, ésta conferencia se considera un trampolín para otros compromisos que se irán asumiendo a lo largo del año. Los ojos están puestos en los principales emisores, como China, para que tomen medidas más radicales para reducir realmente las emisiones en esta década. Japón, Corea y Canadá también presentarán objetivos de reducción de emisiones más cercanos a la meta de cero emisiones. Ésta debería ser una gran oportunidad para concienciar sobre la necesidad de incluir la salud en estos debates.

Entre las hipótesis más probables sobre el origen de ésta pandemia se barajan su origen climático, aparte del  zoonótico,. El cambio del uso de la tierra hacia una implacable deforestación -los incendios y talas de árboles en 2020 supuso el tercer peor año para los bosques con una pérdida de 12,2 millones de hectáreas según la Global Forest Watch-, la agricultura o la ganadería intensiva. Estos factores provocan la pérdida de la biodiversidad, y acercan a la gente a una mayor interacción con la vida salvaje. Este último coronavirus nos ha mostrado que los animales pueden servir de huésped intermedio en la transmisión de patógenos hacia los humanos. El hecho constatable de que se destruyan ecosistemas cuya función es amortiguar el binomio frío/calor y protegernos de la zoonosis, entre otras funciones, es un motivo de alarma mundial.

Un informe reciente del Intergovernmental Platform on Biodiversity and Ecosystem Services (IPBES) sobre biodiversidad y pandemias concluye que “el reciente aumento exponencial del consumo y el comercio, impulsado por la demanda en los países desarrollados y las economías emergentes, así como por la presión demográfica, ha dado lugar a una serie de enfermedades emergentes que se originan principalmente en países en desarrollo biodiversos, impulsadas por patrones de consumo global”. Parece evidente que el cambio climático y la pandemia de COVID-19 tienen su origen en las mismas prácticas nocivas para las personas y el medio ambiente.

Pero la vinculación entre cambio climático y salud todavía no ha calado ni en la población ni en sus gobernantes como debiera. El cambio climático influye en los determinantes sociales y medioambientales de la salud, a saber, un aire limpio, agua potable, alimentos suficientes y una vivienda segura. De hecho, la crisis climática está teniendo un impacto en la salud en todas las zonas del planeta y se calcula un aumento de 250.000 muertes directas por esta causa cada año debidas a la malnutrición, paludismo, diarreas, estrés calórico, o a los cambios en la distribución de las enfermedades infecciosas transmitidas por vectores. Y: las mismas causas que provocan la crisis climática provocan directamente muertes y sufirimiento. La OMS calcula que 13 millones de personas mueren cada año por problemas ambientales, como la contaminación aérea, la del suelo o la del agua). Los propios sistemas de salud contribuyen a esta crisis climática, ya que su huella de carbono, una de las causas más relevantes en este cambio climático, es el 4,4% de la huella de carbono total.

En medicusmundi llevamos muchos años preocupados por los efectos del cambio climático en la salud, por sus principales impactos, y analizando, en diálogo con las organizaciones socias del sur, la capacidad sistémica de respuesta que podemos aportar en las intervenciones.  Conscientes de que el cambio climático es el mayor reto global para la consecución de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, teniendo además un impacto muy importante en el ODS 3, relativo a la salud, resulta imprescindible tomar medidas urgentes y radicales si se quiere mantener un clima compatible con los modos de vida tradicionales en los lugares más vulnerables del mundo. En este sentido, además de proponer medidas de mitigación, medicusmundi profundizará en la gestión de escenarios climáticos para determinar los impactos concretos en cada proyecto, así como las estrategias y medidas para la adaptación y aumento de la resiliencia ante el cambio climático.

Así mismo, en correspondencia con los compromisos internacionales asumidos pedimos al gobierno que se contemplen las siguientes consideraciones:

1.- Que España genere una hoja de ruta creíble para que su sistema de salud sea "verde" y resiliente al cambio climático en un horizonte no muy lejano, empezando por una especie de "libro blanco" sobre la relación bidireccional entre cambio climático y la salud, y estableciendo los pasos que se deben dar en el sistema de salud para que se adapte al cambio climático. Debemos incluir en esta estrategia una previsión presupuestaria, y una clara definición del rol que debe jugar los diferentes actores del sistema, especialmente la Atención Primaria de Salud, que es el nivel del sistema que está más en contacto con la ciudadanía, y por lo tanto que puede servir para informar y sensibilizar sobre esta situación, además de su trabajo asistencial.

2.- España debe jugar un rol relevante a nivel internacional para establecer la salud como una prioridad en el análisis del cambio climático, y apoyar para que la OMS declare el cambio climático una emergencia mundial de salud pública.

3.- Que en las políticas globales sobre cambio climático se contemple de manera especial a la salud, no solamente como causa, sino como consecuencia.

4.- Que se dé espacio a la participación de la sociedad civil, y se establezcan mecanismos de participación en la elaboración de políticas y estrategias.

5.- Que se potencie la formación sobre las causas y consecuencias del cambio climático, principalmente entre los y las profesionales sanitarios, que deben ser los primeros colectivos en ser formados sobre las causas y consecuencias del cambio climático sobre la salud. . Igualmente difundir y dar a conocer entre toda la población las causas y consecuencias del cambio climático sobre la salud.

La mejora de la salud mundial pasa por revertir el cambio climático con un compromiso global con políticas coherentes que no fomenten el consumismo ni la contaminación. El Congreso de los Diputados ha aprobado la Ley de Cambio Climático y Transición Energética (queda el trámite del Senado), una ley que debería permitir a España cumplir con sus compromisos internacionales en la lucha contra el cambio climático entre los que destaca  alcanzar “antes de 2050″ la denominada “neutralidad climática”. Para ello, la norma establece una serie de metas intermedias y de medidas concretas en relación a emisiones, energías renovables, veto a la extracción de hidrocarburos y uranio, movilidad sostenible, calidad del aire o la protección de la biodiversidad. Con ello, España se alinea con la Unión Europea (UE) y sus objetivos en materia de cambio climático.