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El 8M de las recolectoras indígenas de la nuez de Brasil en la Bolivia amazónica: el reto de que sean "capitanas"

“La participación no consiste en estar presente, sino en ser parte de la toma de decisiones. En muchas comunidades siguen siendo “capitanes” los hombres, y no las mujeres. Pero por lo que luchamos es porque las mujeres opinen y tengan una participación activa, y que tenga un efecto positivo sobre nosotras”. Es la voz de Carmen Bolivia Olvea Ruiz, cantante de Riberalta, activista por los derechos de las mujeres y exconcejala del municipio. Y ayuda a entender la realidad hoy en esta zona rural de América.

 

La mujer en Bolivia está muy presente en los sectores de desarrollo, y es el sostén de la familia. Trabaja igual que el hombre, además de ser la encargada del cuidado de todos los miembros, de su alimentación y del mantenimiento del hogar. Así que se puede decir que sostiene tanto las economías locales como la estructura social.

Sobre todo, en las zonas rurales como la región de Riberalta en la Amazonia boliviana, las mujeres juegan un papel protagonista en la economía, puesto que se ocupan de la recolección de la castaña (Nuez del Brasil). La economía de la región está basada en la exportación de la castaña, y el 90% de las empresas castañeras están constituidas por mano de obra femenina, una actividad muy sacrificada y que no está remunerada como debería. Esto explica que en Riberalta la presencia de las mujeres sea masiva, ya que está unida a la recolección y exportación de este fruto.

Pero a pesar de ser una fuerza laboral fundamental para el desarrollo económico de la región, y de que la Constitución apoya sus derechos, el control y la supervisión de los hombres sigue lastrando la capacidad de decisión de las mujeres. A eso se añade la brecha salarial, la carga desproporcionada del trabajo doméstico no remunerado sobre niñas y mujeres, y los estereotipos de género, no sólo por su condición de mujer, sino también por su condición de indígena.

Carmen Olvera trabajando por los derechos de las mujeresCarmen Bolivia Olvea Ruiz, cantante de Riberalta, activista por los derechos de las mujeres y exconcejala del municipio, nos explica el desarrollo de la mujer boliviana en estos últimos años. Nos comenta que ellas siempre han jugado un papel primordial, aunque en muchas ocasiones, invisible. Pero en los últimos 20 años ha sido fundamental la participación de la mujer, presente en todos los movimientos que surgieron por el tema de las autonomías y de una nueva Constitución en Bolivia. Las mujeres de toda Bolivia, ya organizadas, comenzaron a hacer incidencia política para que sus demandas fueran incluidas dentro de la nueva Constitución de 2009 con Evo Morales. Y se movilizaron para instar a la creación de leyes que solucionen o atiendan sus demandas. Han pasado de la protesta, a la propuesta, y de la propuesta al mandato.  Porque sus propuestas fueron incorporadas casi en un 95% en el nuevo texto Constitucional. Eso ha permitido que se puedan establecer normativas en favor de las mujeres para mejorar su calidad de vida, normativas que hablan de igualdad de oportunidades y de derechos como uno de los principios constitucionales.

Pero, aunque la Constitución es garante de la igualdad, a veces la realidad no se ajusta a lo que debería ser. En Riberalta las mujeres tienen acceso al trabajo, pero en muchas ocasiones no tienen el control porque no tienen decisión sobre los recursos. ”Por ejemplo, una mujer puede trabajar la tierra con su marido, pero no toma decisiones sobre lo que se produce, y debe rendirle cuentas del dinero generado por ella. Es decir, acceso al trabajo pero no en el control de lo que ella misma ha generado”, nos cuenta Carmen.

Si bien la Constitución de Bolivia protege los derechos de las mujeres, la violencia de género es un problema muy alarmante ya que las cifras de los feminicidios cada vez son más altas. Se diría que cuanto más reclaman sus derechos, más incidencia de violencia se detecta en todo el país. Poco parece disuadir que la ley contemple penas duras contra la violencia de género. 

La propia Carmen fue una víctima, y su implicación en esta lucha es personal: “Las mujeres no se están muriendo por enfermedad, sino que las están matando. Y las consecuencias de una vida que se apaga y el efecto en las familias, los hijos huérfanos, sigue siendo una problemática social tan profunda, tan grande en Bolivia….Y es una problemática que afecta a la población femenina en general, que no hace ningún tipo de discriminación de clase”.

En Riberalta, Mª Angélica Toro Rojas, coordinadora de medicusmundi, cuenta el proceso de desarrollo del trabajo de la ONGD en la región. Con la ayuda de Carmen en su etapa de concejala se han promovido muchas actividades en favor de la mujer. Como mejorar leyes vinculadas a la salud e implementar otras vinculadas a los servicios de atención en salud sexual y reproductiva, como dos días de campaña al año para que puedan hacerse el Pap (prevención del cáncer de cuello de útero y tratamiento de lesiones antes de que se conviertan en tumores) con coste a cargo del municipio. También han trabajado conjuntamente campañas de empoderamiento de las mujeres y difusión de sus derechos desde plataformas virtuales en la zona para mejorar su calidad de vida.

Desde hace muchos años, el apoyo de medicusmundi ha sido importante considerando que los recursos del municipio son insuficientes para toda la población, dado el aislamiento de la región como condicionante de su economía. El trabajo se está enfocando en el tema de la salud, mediante una estrategia integral sobre los determinantes sociales de la salud con foco en la población más vulnerable, como la estrategia de respuesta a la violencia de género y el acceso al empleo. 

En cuanto al trabajo en torno a los centros de salud, se presta una mayor atención a la población fortaleciendo la Atención Primaria, y mejoras de infraestructuras y equipamiento, formación del personal sanitario y fortalecimiento del análisis de la información sanitaria. Desde el punto de vista de la nutrición, se ha trabajado en la mejora de huertos familiares para mejorar la calidad alimentaria en beneficio de las familias, también apoyando con formación de mejora nutricional a las mujeres de la comunidad.

Carmen nos recuerda avances conseguidos para celebrar el 8 de marzo, como la jornada laboral de ocho horas. Pero más que celebrar, aprovechan la fecha para reivindicar las cosas que todavía nos falta, lo que debemos hacer para incorporar nuevas políticas públicas en favor de todas las mujeres. Y que en un futuro hablemos también de ellas como “capitanas”.