Rwanda, Nziza
Ostirala,12 otsaila 2016Rwanda, preciosa. Así se titulaba el libro que vimos en el centro de visitantes del parque de los Virunga, el último día de la estancia de Medicus Mundi en Rwanda. Y ciertamente, tras 11 días conociendo Rwanda, no podemos negar que es un precioso país. Pero para ver. Porque para vivir, eso ya es otra historia.
Sin ir más lejos, lo que cuesta convivir durante una hora con los gorilas de montaña del citado parque, que gracias a Dian Fossey se hicieron muy famosos (670 €), equivale casi al salario de todo un año de Nathalie Uzamukunda, profesora de primaria en la escuela Mbuga del Distrito de Gakenke, muy cerca del hospital de Nemba (poco más de 60 €/mes), que intenta enseñar a una abarrotada clase de 45 niñas y niños de 8 años, que comparten un colegio de 11 aulas, 16 profesores (13 mujeres y 3 hombres) con más de 600 niños y niñas de la zona entre 7 y 12 años, que acuden a clase en turnos de mañana (7 a 11:45) y tarde (12:15 a 17 h).
Y dar un paseo de poco más de 3 horas por la selva en la que viven los gorilas hasta llegar al lugar donde muchos de ellos fueron enterrados (67 €), cuesta el equivalente al salario de dos meses y medio de Emmanuel Nsanzimana, el vaquero que cuida las dos vacas y los dos terneros con los que cuenta actualmente el centro de salud de Mataba (35 €/mes) para poder tratar los casos de malnutrición aguda y severa de menores de 5 años de la zona (30 en la actualidad, para una población de 14.000 habitantes) y para poder generar dinero para poder mantener funcionando el centro de salud, gracias a la venta de leche, plátanos que abonan con excrementos de las vacas y de terneros que van naciendo.
Y es que Rwanda es un país de contrastes, en el que las diferencias entre la población más pobre y más rica sigue creciendo, como en el resto del mundo. Durante las casi dos semanas que hemos estado viajando por el país para conocer a su gente, su cultura, su idioma, su enorme riqueza paisajística… hemos visto como la capital, Kigali, parece un mundo diferente del resto del país, esas mil colinas que millones de personas, mujeres, hombres, niñas y niños suben y bajan cada día para conseguir agua, cultivar los campos, vender pequeñas cosas que transportan sobre sus cabezas o trasladarse al trabajo (quien tenga la suerte de tenerlo, porque el 80% de la población vive de la agricultura) y a la escuela.
¿Alguna novedad? Pobreza, como siempre. Así respondió un médico del hospital de Nemba cuando otro médico se cruzó con él. Y es que en las colinas que hemos visto, andado, sudado y disfrutado, la pobreza aparece en cada rincón. En los pies descalzos de quienes nos cruzamos por el camino, en las ropas deshilachadas de las niñas y niños que corren a saludarnos gritando komera mzungu (ánimo!!), en las casas diseminadas por las colinas, con suelos de tierra, tejados de chapa y un interior que a cualquiera que esté leyendo esto le espantaría si tuviera que vivir en él.
12 días para conocer un país no es nada. Pero es mucho. Te cambia. Te enseña. Te hace ver las cosas desde otros puntos de vista. Te remueve por dentro. Te hace pensar. Te hace darte cuenta de los privilegios que tenemos en el Norte de este planeta tan injustamente repartido. Y también sirven para conocer mucha gente. Hombres y mujeres que luchan cada día por una vida digna. Que se alegran cuanto te ven. Que sonríen de oreja a oreja, o directamente se ríen abiertamente cuando les dices alguna palabra en su lengua, el kinyarwanda. Que te invitan a sus casas aunque apenas nos conocen. Y que organizan un encuentro para despedirnos que entre brochetas de cabra, cervezas y refrescos, sirve para unir dos culturas, la nuestra y la suya.
Y es que la despedida que tuvimos con gente que trabaja en el hospital tardará mucho tiempo en que la olvidemos. Cantarles el AgurJaunak como muestra de respeto y cariño en esa despedida, cantar-bailar el "epoetaitaiea" las más de 25 personas que nos juntamos y acabar cantando con las manos entrelazadas el "adiós scout", cada quien en su idioma, fue uno de los momentos más divertidos y que más acercó a nuestros dos lejanos mundos, que gracias a este viaje se han acercado más, al menos para las 9 personas que hemos podido disfrutarlo. Y es que Rwanda es nziza, ¡¡NZIZA CYANE!!.
Visita www.ibaruwa.es para conocer las vivencias del grupo durante el viaje.