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2ºANIVERSARIO DE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE. ODS 3 o la salud mundial en la sala de espera

El 25 de septiembre de 2015 se aprobaron en Nueva York los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que pretendían ser el faro mundial para eliminar la pobreza en todas sus formas y frenar el cambio climático para 2030. Estos 17 objetivos se deberían de trabajar de manera integral e indivisible, y supondría de facto un gran cambio en la forma de hacer políticas mundiales y de trabajar lo global de forma local.

La salud mundial está incluida en el ODS 3, “garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades”. Para este objetivo se han definido 13 metas y su consecución significaría, sin duda, una gran mejora en la salud mundial.

 

Qué es el ODS 3

Es cierto que este ODS 3 parece un cajón de sastre, donde se mezclan asuntos que están completamente interrelacionados entre sí, como la lucha contra enfermedades específicas y aspectos como acceso a medicamentos; o la falta de personal sanitario en el mundo, que influyen directamente en la primera. Para aclarar un poco el panorama, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha tomado la Cobertura Sanitaria Universal como el paraguas que debe cubrir a todas las demás metas en salud.

Situación actual de la salud en el mundo

En los últimos años la salud mundial ha mejorado enormemente. Por ejemplo, de 1990 a 2015 se ha disminuido la mortalidad materna e infantil a la mitad, pero no podemos estar satisfechos. Cada día 800 mujeres y 16.000 menores de 5 años siguen muriendo por causas en su mayoría evitables, con los medios que tenemos actualmente, pero a los cuales gran parte de la población no tiene acceso.

Desgraciadamente la inequidad en salud a nivel mundial no ha bajado: África subsahariana sigue teniendo los peores indicadores de salud del planeta. La experiencia nos ha dicho que las luchas exclusivas contra unas pocas enfermedades no es ni eficiente ni eficaz en términos de salud global. La malaria, el vih/sida y la tuberculosis siguen siendo grandes estigmas de la humanidad, pero la hepatitisestá matando anualmente más personas que las dos primeras.

Las últimas epidemias como la del ébola o de Zika nos han mostrado las debilidades de un sistema global de control de enfermedades. Y el 68% de la mortalidad mundial se deben a enfermedades no transmisibles como diabetes, cáncer, enfermedades cardiovasculares o respiratorias crónicas.

La resistencia a los medicamentos antimicrobianos es la responsable de la muerte de 700.000 personas al año, y será posiblemente la gran amenaza para la salud mundial en los próximos años.

Cómo afrontar en el futuro el ODS3

Para luchar contra todos estos problemas de salud se deberían trabajar en los 2 ejes en los que se debe mover el ODS 3 de salud: (i) aumentar la Cobertura Sanitaria Universal, a través de un sistema sanitario público fuerte y adecuado que lidere la salud de su país y garantice la atención de las personas cuando están enfermas sin que les empobrezca el pago de sus gastos sanitarios; y (ii) una OMS fuerte, que rija los destinos de la salud mundial y pueda atajar los problemas globales de salud.

La escasez de penicilina G Benzatina en el mundo, o la de algunas vacunas en nuestro propio país, son ejemplos de problemas que se deben solucionar mediante un sistema de gobernanza pública mundial en salud fuerte.

De qué factores depende la salud en el mundo

Porque también debemos tener en cuenta que la salud depende de muchos factores: económicos, sociales, culturales, incluso de políticas fiscales que financian la sanidad. Esa forma integrada de ver los ODS como un todo nos debería obligar a incluir qué efectos en la salud de la ciudadanía tienen todas las políticas, interrelacionando la salud con género, economía (internacional, nacional y local), vivienda, agua y alimentación, etc...

El papel de la iniciativa privada en la salud

Igualmente la iniciativa privada debe de reflexionar sobre cuál es su papel en la salud (o mala salud) global, pues es un actor cada vez con más peso en la agenda al desarrollo. A nadie se le escapa que en este mundo globalizado muchas empresas tienen beneficios económicos a base de promocionar hábitos negativos en salud, que acaban en diabetes, obesidad o hipertensión, también en los países empobrecidos. Las empresas más visibles en este sentido son las tabacaleras, pero hay otras, como las de alcohol o algunas multinacionales alimentarias que establecen estrategias comerciales con la aquiescencia de los gobiernos que van en contra de la salud de las personas.

Establecer el límite entre la libertad individual de elección y la protección de la salud es algo que no está aún bien delimitado. Debe haber mecanismos de control, rendición de cuentas y transparencia que regulen las consecuencias en la salud de las personas por las acciones de promoción de las empresas.

El ODS 3 o la salud en la sala de espera

Desgraciadamente, estamos muy lejos de haber siquiera empezado a trabajar en el ODS 3 de manera global. Muy pocos países han establecido algún tipo de protocolo, necesario para hacer un seguimiento de los avances en este ODS. Hacer informes sobre los avances en los ODS es voluntario y por lo tanto, aquellos países que no hagan nada no deberán siquiera rendir cuentas a nivel global, y se desconocerán las causas de la falta de avances.

Es imprescindible cambiar la forma de entender la salud mundial. Los potenciales progresos que se están dando en salud en estos dos años provienen más de la inercia de años anteriores que de un plan estructurado mundial con la mirada puesta en 2030. Falta un compromiso real con la salud, financiación y nuevas políticas que, basadas en la evidencia, antepongan como base la salud a otros intereses. Es necesario innovar asumiendo que debemos ser audaces en la implementación de nuevas políticas de salud, anteponiendo el bienestar sostenible de las personas a cualquier otra consideración. Como dijo Einstein: “no pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”. Tenemos la tecnología y el conocimiento para acabar o al menos mitigar las consecuencias de muchas de las enfermedades que asolan el planeta. Pero hay muchas personas que están aún en la sala de espera de la salud global, aguardando a que entre todos los actores implicados abramos definitivamente la puerta de su derecho a la salud universal mediante una política común en salud, centrada en las personas y en el planeta.