Violencia de género durante el embarazo, una violencia invisible
Lunes,25 noviembre 2019Las cifras mundiales oscilarían entre el 2% en países como Australia o Dinamarca hasta el 13,5% de Uganda.El 22,7% de las mujeres en estado de gestación sufren algún tipo de violencia
El 22,7% de las mujeres en estado de gestación sufren algún tipo de violencia, según un estudio realizado en hospitales de la Junta de Andalucía
El 18% de las 779 mujeres preguntadas respondía que su pareja se enfadaba si ella no estaba de acuerdo con él.
Los casos de violencia física estarían en torno al 3,6% del total
La violencia emocional se disparaba en las mujeres con embarazos no deseados
INTRODUCCIÓN
La violencia contra las mujeres es una consecuencia de las desigualdades existentes entre hombres y mujeres, es una violación de los derechos humanos y un grave problema de salud pública que afecta a la salud y el bienestar de millones de mujeres en el mundo. La violencia de género ejercida sobre la mujer por sus compañeros sentimentales es un problema de dominio público y político. Se define como la violencia física, sexual y/o emocional que sufren las mujeres por parte de sus parejas masculinas. Esta violencia cuando ocurre en edad reproductiva se considera en todo el mundo como una causa de muerte e incapacidad, tan grave como el cáncer1. Puede aparecer durante el embarazo y el parto o alrededor de este periodo con consecuencias no sólo para la mujer, sino también para el bebé no nacido. Este tipo de violencia es reconocido como un factor de riesgo importante para la salud de las madres y para malos resultados perinatales y del recién nacido2-5.
La prevalencia de la violencia durante el embarazo en los países desarrollados oscila entre el 0,9% a 20,1%3, la mayoría de los estudios, esta prevalencia se encuentra entre 3,4% a 8,3%3,6,7. En los países en desarrollo, encontramos mayor variabilidad (3,8 a 43,8%) que en los países desarrollados (3,4 a 11%) 8,9. Otro estudio realizado en 19 países10 nos da una prevalencia de violencia física o sexual durante el embarazo, desde el 2,0% en Australia, Dinamarca y Camboya hasta un 13,5% en Uganda; en la mitad de las encuestas la prevalencia oscilaba entre el 3,9 y el 8,7%, siendo más elevadas en África y América Latina que en Europa y Asia. Esta variabilidad de las tasas de prevalencia puede ser debida a las diferencias culturales y sociodemográficas11, así como a las diferentes metodologías de estudio, lo que subraya la necesidad de investigar la presencia de violencia durante el embarazo y utilizar metodologías similares.
La violencia durante el embarazo es más frecuente que algunas patologías maternas importantes que podemos encontrar durante el tiempo de gestación, como la preeclampsia o la diabetes gestacional12. Las consecuencias de la violencia por parte de la pareja relacionadas con el embarazo son: retraso o mal control de embarazo, abortos espontáneos y malos resultados del parto13; mayor frecuencia de infecciones del tracto urinario14-16; mayor número de infecciones vaginales17; acuden más a los servicios sanitarios16 o mayor riesgo de hospitalización18.
Las mujeres tienen, habitualmente y con bastante frecuencia a lo largo del embarazo y en el puerperio, contacto con los profesionales de salud, por lo tanto, están en una posición clave para la identificación, intervención y prevención de la violencia de género durante este periodo19. Sin embargo, no se realiza de forma sistemática el cribado durante el embarazo, a pesar del impacto que puede tener sobre la salud de la madre y del recién nacido y de las numerosas recomendaciones de asociaciones y organismos internacionales20. Esto puede atribuirse a las dificultades de los sanitarios para abordar el tema. Estas dificultades pueden ser profesionales (no conocen los recursos21, falta de competencias, conocimientos y habilidades para abordar el tema22-25, falta de tiempo para preguntar23; piensa que la intervención no va a cambiar el comportamiento21, 26) o estructurales: espacios no adecuados27; falta de guías o protocolos específicos27, 28; problemas relacionados con la comunicación o la cultura29.
Pasamos a presentar los datos de la investigación realizada en Andalucía. No conocemos estudios similares en España en cuanto a la violencia durante el embarazo.
El embarazo es un periodo de felicidad para la mayoría de las mujeres, para casi una de cada cuatro no resulta tan satisfactorio. Una investigación de violencia de pareja durante el embarazo ha detectado que un 22,7% sufre algún tipo de violencia –emocional, física o sexual– dentro de su pareja en este periodo.
La investigación se ha realizado con 779 mujeres que dieron a luz en 15 hospitales públicos de Andalucía. Los datos fueron recogidos en total anonimato y confidencialidad, por matronas que colaboraron y fueron formadas específicamente para esta investigación.
Es el primer estudio de este tipo que se ha realizado en España y, por tanto, se desconocía por completo la magnitud del problema en nuestro entorno.
La violencia de pareja ha sido detectada en este estudio con dos instrumentos estandarizados a escala internacional, el Abuse Assessment Screen (AAS) y el Index of Spouse Abuse (ISA). Pensamos que la forma de preguntar podría influir en la detección de la violencia en diferentes entornos culturales, como así comprobamos con los resultados obtenidos.
Cuando se analizaron los datos con los dos instrumentos de detección por separado, se encontraron grandes diferencias entre ambos. Así, con el AAS se detectó que un 7,7% de las mujeres embarazadas sufría algún tipo de violencia, mientras que si se utilizaba el ISA, el porcentaje subía al 21,3%.
No se puede explicar el porqué de esta diferencia, ya que cada instrumento se basa en una metodología diferente. Aunque se puede apuntar, que la diferencia entre ambos métodos radica en la forma en la que se pregunta. El AAS se basa en preguntas muy generales, en las que las mujeres se tienen que autodefinir como maltratadas. Sin embargo, con el método ISA, la mujer responde sobre vivencias cotidianas que se le plantean, mide la violencia de forma indirecta.
Por ejemplo, al responder a la cuestión “mi pareja me exige obediencia ante sus caprichos”, la mayor parte de las mujeres encuestadas no consideraron que tal conducta supusiera un tipo de violencia, sino que lo justificaron por el “carácter de su pareja”.
De esta manera, el ISA detecta situaciones y sus frecuencias que, sumadas, determina si una mujer sufre violencia. Sin embargo, si se preguntaba directamente a las mujeres si se consideraban maltratadas, ellas podían responder que no.
Cuestiones como “mi pareja se enfada y se pone intratable cuando le digo que está bebiendo demasiado” fue respondida afirmativamente por más de un 10% de mujeres. De igual manera, a la pregunta “mi pareja se enfada si no estoy de acuerdo con él” respondieron afirmativamente, en diferente grado, casi el 18% de las mujeres.
El porcentaje encontrado en el estudio (22,7% de mujeres que sufren algún tipo de violencia dentro de su pareja) se obtuvo al unir los resultados del AAS e ISA, sin duplicar los casos detectados.
Tipos de violencia
Cuando estudiamos los diferentes tipos de violencia que pueden sufrir las mujeres por parte de sus parejas hombres. El 21% de las mujeres sufrieron violencia emocional y el 3,6% violencia física o sexual durante la gestación. Aunque la violencia emocional es la más frecuente, no hay que desdeñar la violencia física por su especial gravedad durante el embarazo. De hecho, el 36,1% de las mujeres que reportaron violencia física dijeron que acontecía “muy a menudo” o “diariamente” y el 20,3% la clasificaron como de severidad 3 –hematomas severos, quemaduras o huesos fracturados–. Además, tres mujeres informaron que sufrían violencia física en el abdomen.
Cuando estudiamos los factores socio demográficos que pudieran estar asociados con la violencia en el embarazo, como la edad, el nivel de estudios, la actividad laboral, la nacionalidad, el tipo de relación y convivencia, así como el apoyo en su entorno. Ni la edad, ni la procedencia (ser mujer extranjera) estaban relacionadas con sufrir violencia durante el embarazo, sin embargo, mujeres embarazadas que mantenían una relación sin compromiso o que no contaron con apoyo en su entorno –un familiar o amigo al que acudir en caso de necesidad– tenían mayor probabilidad de sufrir violencia de pareja durante el embarazo. Por el contrario, las mujeres con trabajo estaban más protegidas contra este tipo de violencia.
Por otra parte, las mujeres que su embarazo no había sido deseado, incluyendo los embarazos no planificados, tenían mayor probabilidad de sufrir violencia emocional.
Las consecuencias de sufrir violencia durante el embarazo son graves tanto para la salud de la madre como para la del feto.
Así, las mujeres que refieren violencia durante el embarazo presentan amenaza de parto pretérmino entre el 13% y el 15% (depende del tipo de violencia) frente al 6% y el 7% de las que no la refieren. Cuando ajustamos el resto de variables socio demográficas, tenemos 2,1 veces más probabilidad de tener una amenaza de parto pretérmino en las mujeres que sufren violencia no física que las que no la refieren, así como las que no tienen apoyo en su entorno, 4.7 veces más probabilidad.
También, las mujeres que sufren violencia presentan en mayor medida anemia (45% vs 38%) o infecciones durante el embarazo. Las más frecuentes son las infecciones del tracto urinario y las vaginales. Las mujeres que refieren violencia no física presentan infecciones el 56% frente al 39% de las que no refieren. En cuanto a la violencia física son el 69% frente al 41% respectivamente. Tienen más probabilidad (1,7 veces) de tener infecciones las mujeres que presentan violencia, la probabilidad de tener infecciones urinarias es 1,9 veces más y de infecciones vaginales 2,4 veces más.
En nuestra investigación, las mujeres que sufren violencia acuden más a urgencias e ingresan más durante el embarazo. En concreto, las mujeres que han sufrido violencia física tienen 3,4 veces más probabilidades de ser ingresadas y 4 veces más de tener entre 20 y 24 años.
Por otra parte, las mujeres que refieren sufrir violencia durante el embarazo fuman más y han tenido peor control de su embarazo.
En cuanto a las consecuencias para el recién nacido, estas vienen condicionadas por el comportamiento de las mujeres que sufren violencia, como fumar durante el embarazo, controlar mal el embarazo, tener infecciones, etc. Las mujeres que sufren violencia durante el embarazo tienen mayor probabilidad de tener partos pretérmino y no lactar precozmente a sus bebés.
Todos estos datos son una vez que hemos ajustado por las variables socio demográficas, entorno familiar, deseo de embarazo etc., que podrían influir en las relaciones entre la violencia y las diferentes variables analizadas.
Reflexiones
Todas estas cifras deben hacernos reflexionar sobre las repercusiones en la salud de la mujer y del bebé. Por ello creemos, como ya ocurre en otros países, que se debería incluir de manera rutinaria la detección de la violencia en el control del embarazo, así como la puesta a punto de protocolos de actuación en los casos necesarios. Nuestra política sanitaria tendría que tener en cuenta este problema de salud tan grave y que afecta a tantas mujeres, y a diferencia de otros tipos de violencia, a los bebés no nacidos.
Para ello, es fundamental la implicación y la motivación de los profesionales sanitarios, sobre todo las matronas, las mayores responsables del seguimiento de los embarazos normales en nuestro sistema de salud, para poner en marcha mecanismos de prevención y acompañamiento de las mujeres.
Autora: Mª Casilda Velasco Juez, medicusmundi