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7A: Crisis climática, justicia climática y salud

“Las enfermedades no nos llegan de la nada. Se desarrollan a partir de pequeños pecados diarios contra la naturaleza”. Hipócrates, el padre de la medicina, ya tenía presente la relación salud y naturaleza. Este año el día Mundial de la Salud lo visibiliza con el lema “Nuestro Planeta, nuestra salud”, una interconexión indisoluble: si protegemos nuestro planeta, protegeremos nuestra salud.

Se sabe desde hace mucho tiempo que los problemas de salud están estrechamente ligados con el medioambiente en el que se vive. Esta conexión entre salud y ecología también afecta y es afectada por otros ámbitos, relacionándolos con sectores como la economía, la política o los aspectos sociales. Si no se actúa con decisión, el cambio climático tendrá funestas consecuencias para la salud de las personas, sobre todo en las regiones más vulnerables que sufren en mayor medida las consecuencias. En 2015, 196 países firmaron el Acuerdo de París y se comprometieron a limitar el calentamiento mundial entre 1,5 y 2 grados centígrados a finales del siglo XXI, cifra que se consideraba el límite para reducir el impacto del cambio climático hasta unos niveles aceptables para el planeta y las personas.

El calentamiento global se desboca

En 2019, último año analizado, los científicos del Grupo Intergubernamental de expertos en Cambio Climático-IPCC- descubrieron que desde 1990 el mundo se ha recalentado en un 154% más de emisiones, ¡en sólo 30 años!. En 2020, los países presentaron sus planes de acción climática conocidos como Contribuciones Determinadas Nacionales (NDC en inglés), que son las medidas que toman los países para reducir sus emisiones de CO2, y poder alcanzar los compromisos del Acuerdo de París. Pero el informe realizado por Naciones Unidas en 2021 indica que no es suficiente y que hay que acelerar las acciones para evitar que el aumento de la temperatura global supere el objetivo del Acuerdo de París. La Organización Meteorológica Mundial ha advertido que en 2025 hay un 40% de probabilidades de alcanzar ya un aumento de 1,5 grados. Ningún país va a estar libre de las consecuencias ecológicas, sociales, económicas y de salud del cambio climático, pero los países empobrecidos y los que menos contribuyen al cambio climático, son los que más sufren sus consecuencias, con el agravante de peores resultados en salud. Por ejemplo, los 10 países del mundo con mayor inseguridad alimentaria, uno de los impactos del cambio climático, generan solo el 0,08% del CO2 global total. Los países empobrecidos, además, deben endeudarse aún más de lo que están para financiar la mitigación y adaptación climáticas, así como financiar la reconstrucción y recuperación después de los eventos climáticos extremos.

Justicia Climática

 Por lo tanto, al afrontar el cambio climático se debe plantear también la justicia climática. Hay que incorporar en los análisis conceptos como la equidad (no solo por países, sino por género, raza o condición social), o los derechos humanos, incluyendo las responsabilidades históricas por el cambio climático. También en salud las instituciones multilaterales están trabajando en el cambio climático. En la Asamblea de la OMS de mayo de 2021, la OMS presentó los progresos realizados de su Estrategia mundial sobre salud, medio ambiente y cambio climático, que comenzó en 2019. Dos años después de su inicio, la OMS está apoyando la implementación de la estrategia mundial a través del liderazgo y la coordinación de iniciativas mundiales y regionales, recopilando pruebas y modelizando el comportamiento de la evaluación, promoción y seguimiento del impacto del cambio climático en salud.

A finales de 2021, The Lancet Countdown publicó su informe anual “Salud y cambio climático: código rojo para un futuro saludable”. En este informe se analiza la evolución de 44 indicadores seleccionados en una consulta global abierta para medir el impacto del cambio climático en la salud mundial, organizados en cinco dimensiones: impactos, exposiciones y vulnerabilidades del cambio climático; adaptación, planificación y resiliencia para la salud; acciones de mitigación y co-beneficios en salud; economía y finanzas; y participación pública y política. En este informe se concluye que se ha hecho poco para proteger a la población de los impactos del cambio climático en salud. Y mientras estos impactos crecen cada vez más, las emisiones de gases efecto invernadero o están disminuyendo muy lentamente o se dirigen en la dirección equivocada en los sectores de mayor emisión. Y visibiliza las contradicciones e incoherencias de políticas en muchos países que dicen preocuparse de este problema y siguen subvencionando los combustibles fósiles, uno de los elementos que más emisiones de gases produce. Por último, considera que los gobiernos están trabajando más que nunca con las dimensiones en salud del cambio climático, pero no es suficiente. Se deberían fomentar economías bajas en dióxido de carbono, y a su vez, implementar políticas que reduzcan las inequidades y mejoren la salud humana.

 

Respuesta del sistema sanitario: adaptación, mitigación y responsabilidad

Para hacer frente a los retos en salud que provoca el cambio climático, los sistemas sanitarios deben de responder de una manera integral y adecuada. Para ello, es necesario que los sistemas sanitarios se adapten a esa realidad y consigan mitigar los efectos del cambio climático. Solamente el 52% de 91 países que participaron en una encuesta de la OMS tenían un Plan de adaptación del sector salud al cambio climático. La adaptación debe producirse a todos los niveles. Salud pública debe poder regular los factores que provocan este cambio climático como puede ser la contaminación del aire, agua o suelos. Los hospitales y centros sanitarios deben tener definidos programas para poder afrontar las necesidades de la población con relación a las consecuencias en su salud del cambio climático. Por ejemplo, el uso de gases anestésicos generales tiene un impacto muy importante en la emisión de gases de efecto invernadero. El óxido nitroso tiene un efecto de calentamiento climático 289 veces mayor que el dióxido de carbono, y el desflurano, otro gas anestésico, es 3.714 veces más potente que el dióxido de carbono. Además del sistema, hay que pensar en el personal, que deben estar cualificados para atender esas necesidades, porque el cambio climático no sólo afecta a su trabajo, sino también a ellos personalmente.

Los sistemas de salud también deben tener presente su contribución a este cambio climático. La huella climática del conjunto de los sistemas sanitarios es el 4,4% de las emisiones netas mundiales, equivalente a dos gigatones de CO2 anuales. Si el conjunto de sistemas sanitarios fuera un país, sería el 5º país que más gases emite a la atmósfera. China, Estados Unidos y la Unión Europea suponen el 56% de la huella climática total de los sistemas de salud. Las emisiones que emanan directamente de las instalaciones de los servicios de salud y los vehículos para atención médica representan el 17% de la huella mundial del sector, las emisiones indirectas de fuentes de energía como electricidad, refrigeración o calefacción suponen un 12%. El 71% proviene de la cadena de suministro de bienes y servicios para los cuidados de salud, a través de la producción, el transporte y la provisión de bienes y servicios, como productos farmacéuticos, alimentos y equipamiento sanitario. La combustión de combustibles fósiles representa más de la mitad de la huella climática de estos cuidados de salud.

Según un informe del Banco Mundial, los elementos clave de unos cuidados de salud con bajas emisiones de carbono deberían incluir:

 1. Diseño de sistemas de salud y modelos de atención basados en tecnología apropiada, coordinación de los cuidados de salud y énfasis en la compra a proveedores locales • Impulsados por necesidades de salud pública.

2. Diseño y construcción de edificios basados en enfoques de bajas emisiones de carbono.

3. Programas de inversión en energías renovables y eficiencia energética

4. Minimización de residuos y gestión sostenible de residuos sanitarios.

5. Políticas sostenibles de transporte y consumo de agua

 6. Políticas de adquisición de productos farmacéuticos, dispositivos médicos, alimentos y otros productos con bajas emisiones de carbono.

7. Estrategias de resiliencia para resistir eventos climáticos extremos

Es esencial la voluntad política para poder desarrollar sistemas sanitarios con cero emisiones. En este sentido el ejemplo del Reino Unido debería ser seguido por todos los países. En 2020 se convirtió en el primer sistema de salud nacional del mundo en comprometerse a convertirse en un sistema con cero emisiones de gases de efecto invernadero, con 2 objetivos: Conseguir una huella de carbono cero en 2040 de las emisiones bajo control directo del sistema sanitario, con una disminución del 80% entre 2028 y 2032. Para las emisiones indirectas, conseguir en 2045 una huella de carbono cero en la cadena de suministros, con una reducción provisional del 80% para 2036-2039. En concreto, desde 2007, la huella de carbono de la atención sanitaria y social se había reducido en un 18,5%.

Es importante que se realicen estudios (en base al ejemplo británico) que ayuden a las autoridades de los diferentes países a implementar estrategias de descarbonización de los sistemas sanitarios. Y donde se analicen el modelo económico y social imperante en gran parte de las sociedades mundiales donde las personas han dejado de ser ciudadanía con derechos para convertirse en clientes. Es necesario un cambio de modelo económico y social para afrontar los problemas del cambio climático. La justicia climática debe ser una preocupación central en todas las personas que trabajan en salud global. Es necesario analizar las causas de este cambio climático y su relación con la salud, y tener un enfoque multidimensional del problema. Y la Atención Primaria de Salud puede jugar un papel relevante por su proximidad a la población, ya que se necesita un fuerte y decidido impulso por parte de todas las personas para intentar que la emergencia climática no se traduzca en una catástrofe sanitaria.

Del Informe 2021 La Salud en la Cooperación al Desarrollo y la Acción Humanitaria