Estamos presenciando una pesadilla de muerte, dolor y destrucción insondables en los Territorios Palestinos ocupados, especialmente en Gaza, e Israel. Miles de personas han resultado muertas, heridas, desplazadas, secuestradas o privadas de libertad. La mayoría de ellas, son  población civil: hombres, mujeres, niños y niñas inocentes. 

Más de 16.000 personas han perdido la vida (más del 40% de ellas niños y niñas), casi 42.000 están heridas, 1,7 millones desplazadas, 207 miembros del  personal médico han muerto, así como 65 periodistas y más de 100 trabajadoras y trabajadores de Naciones Unidas. Familias enteras han desaparecido. 

En Gaza, el agua, los alimentos, el combustible, los suministros médicos e incluso las bolsas para cadáveres están agotados o a punto de agotarse debido a la escalada de violencia y el bloqueo impuesto. La ONU advierte de que la gente pronto empezará a morir de deshidratación y que ya hay signos de desnutrición entre las niñas y niños. Según Naciones Unidas, el suministro de agua y comida es prácticamente inexistente y la población se enfrenta a la posibilidad inmediata de morir de hambre. 

Barrios enteros de Gaza han sido destruidos y reducidos a escombros. La población palestina que busca seguridad no tiene a dónde ir. No hay refugio ni lugares seguros en toda la Franja de Gaza. Muchas personas que se han desplazado forzosamente desde el norte hasta el sur, después de la orden de reubicación del ejército israelí, han sido bombardeadas o atacadas en su huida o una vez llegadas al sur. 

Estamos ante una catástrofe humanitaria de proporciones descomunales. Es nuestra responsabilidad colectiva actuar. Es la obligación moral y legal de la comunidad internacional actuar para preservar y proteger las vidas de la población civil gazatí y garantizar su derecho a recibir asistencia humanitaria. 

Hoy, unimos nuestras voces y hacemos un llamamiento a las y los jefes de Estado y de Gobierno, a la Unión Europea y al Consejo de Seguridad de la ONU y a las partes implicadas para priorizar la preservación de la vida humana por encima de todo. 

Por ello, pedimos, imploramos, exigimos un alto el fuego inmediato permanente. Un alto el fuego que debe respetar el derecho internacional humanitario, y permitir lo siguiente: 

• Proteger inmediatamente a toda la población civil de los Territorios Palestinos ocupados y de Israel, especialmente niños y niñas. 

• Facilitar la entrega de asistencia vital, incluidos alimentos, agua potable, suministros médicos, combustible y la reanudación del suministro de electricidad e Internet a Gaza, además del paso seguro del personal médico y humanitario. 

• Permitir que la ayuda humanitaria llegue a las instalaciones de la ONU, escuelas, hospitales e instalaciones sanitarias en el norte de Gaza y comprometerse a proteger las vidas del personal humanitario y médico en todo momento.

• Permitir que las y los pacientes en condiciones críticas sean evacuados médicamente para su atención urgente. 

• Acabar con el desplazamiento forzoso de civiles altamente vulnerables.

El Consejo de Seguridad de la ONU, el Secretario General de la ONU y todos los liderazgos mundiales, deben tomar medidas inmediatas para garantizar que un alto el fuego permanente entre en vigor. El alto el fuego permanente sigue siendo nuestra única opción para evitar más pérdidas de vidas civiles y una catástrofe humanitaria aún mayor. Si fracasamos, una mancha imborrable quedará para siempre en nuestra conciencia colectiva. Las consecuencias para toda la humanidad serán terribles e  incalculables. 

La población civil no puede ser víctima de un castigo colectivo. Las familias necesitan una oportunidad de enterrar y llorar a sus muertos, y pensar en una futura vida en paz. Es necesario detener el ciclo de violencia contra personas inocentes.