La Malaria, una enfermedad curable que mata a un niño cada minuto
Viernes,24 abril 2015La malaria es una de las enfermedades con mayor índice de mortalidad en el mundo: aproximadamente 600.000 muertes al año y cerca de 200 millones de casos clínicos. Aunque a su vez el mal que transmite el Anofeles es curable y erradicable.
Los más optimistas, como el español Pedro Alonso, al frente de la lucha contra la enfermedad desde la OMS, apuestan por una fecha no lejana: 2020. Para entonces posiblemente se enfrentará su erradicación. Desde medicusmundi, en el Día Internacional de la lucha contra la malaria, reivindicamos el compromiso y la voluntad política de los gobiernos y desde la cooperación, la mejora de la calidad y cantidad de los recursos para luchar por erradicar esta enfermedad curable. Este día nos brinda la ocasión de celebrar los enormes avances hechos en la lucha contra la malaria: Se estima que los esfuerzos mundiales por controlar y eliminar el paludismo han salvado 4,3 millones de vidas desde el año 2000, al reducirse las tasas de mortalidad en un 47% en todo el mundo. Y en un 54% en África, que registra el 80% de todos los casos del planeta. Un compromiso político más robusto y una mayor financiación han contribuido a reducir la incidencia del paludismo en un 25% en todo el mundo y un 31% en África.
Cada año mueren 600.000 personas por malaria. Se registran millones de casos clínicos anualmente La mitad de la población mundial (3.300 millones de personas) corre el riesgo de contraer malaria. El 80% de los casos se da en África. En España se diagnosticaron 558 casos de malaria importada en 2012, casi el doble que hace 15 años. Los grupos más vulnerables: los niños menores de cinco años y mujeres. Un dato para la esperanza: 4,3 millones de vidas han sido salvadas desde 2000 gracias a las inversiones realizadas en la lucha contra el parásito que transmite el mosquito anopheles.
Metas de la comunidad internacional Pero estas cifras están lejos del 75% marcado para este año, 2015, la meta que la comunidad internacional se puso en la Asamblea Mundial de la OMS en 2000. Si escrutamos los datos por países vemos que sólo 59 de los 103 países que en el año 2000 tenían una transmisión activa de malaria están alcanzando el Objetivo del Milenio de reducir su incidencia. Y que estos 59 representran apenas un 4% del total de los casos mundiales. Parece obvio, pues, que donde menos casos hay la lucha ha sido más eficaz ya que se pueden concentrar recursos y establecer estrategias más eficaces. Aún siendo importantes estos avances, 44 países quedan fuera de esta meta. Por ello debemos alertar sobre la ralentización producida entre 2011 y 2012 en la tasa de mortalidad. Y lo mismo sucede con la financiación de los programas de la lucha contra la malaria. Y esta desaceleración es preocupante dado que nunca se ha alcanzado una financiación suficiente (los expertos la cifran en 5.100 millones de dólares). En 2012 se aportaron 2.500 millones, menos de la mitad de lo necesario cuando millones de personas no tienen todavía acceso a las medidas preventivas terapéuticas y de diagnóstico. En estos 44 países los datos generados en los sistemas nacionales de información sanitaria siguen siendo incompletos o incoherentes por falta de recursos. En 2012 los sistemas de información sanitaria de rutina detectaron sólo el 14% de los casos de paludismo en el mundo: el diagnóstico de la malaria (fiebre alta, dolor muscular y vómitos) se realizaba a través de la clínica y no por laboratorio, cuando la diagnosis de esta enfermedad se puede confundir con otras patologías. Esto obliga a trabajar con estimaciones, lo que no deja de ser un riesgo. Otro aspecto preocupante es que el 76% de esos 2.500 millones fue aportado por la ayuda internacional, lo que supone una dependencia externa casi total por parte de los países afectados, lo que genera que no puedan liderar la toma de decisiones, y que se establezcan programas verticales fuera del control del ministerio de salud, lo que ha supuesto una lacra para la sostenibilidad de las acciones. El continente africano, sobre todo en los países de ingresos más bajos, es el más castigado por el mosquito Anopheles. El parásito Plasmodium falciparun, que transmite con su picadura, es el reponsable del 92% de toda las muertes en poblaciones pobres y marginadas. Se ceba especialmente con las mujeres embarazadas y los niños menores de cinco años, cuyo porcentaje de mortandad se estima en el 78%. Una vez más, malaria, pobreza y enfermedad están íntimamente ligados. La mosquitera con insecticida, lo más efectivo El arma más efectiva en la lucha contra la malaria sigue siendo el mosquitero tratado con insecticida o MIT. 2014 fue el año de entrega más voluminosa hasta el momento, con acceso a casi la mitad de la población en riesgo, frente al 2% de 2004.En cuanto a las mujeres embarazadas que reciben un tratamiento preventivo intermitente ha ido aumentando sin llegar a los objetivos, pero al menos el 57% recibe mínimo una dosis. El rociado residual intradomiciliario, sin embargo, disminuyó. Sólo se protegió con esta profilaxis al 7% de la población en riesgo. Paralelamente, el mosquito ha ido desarrollando una resistencia a los insecticidas, sobre todo a los piretroides (el más usado en el control de la malaria), así como a los tratamientos antimaláricos. El parásito Plasmodium falciparum se ha vuelto resistente a la Artemisinina y a la mayoría de los tratamientos antimaláricos disponibles en Camboya, Myanmar, Laos, Tailandia y Vietnam. El ébola pone en riesgo avances logrados en África Occidental A esta situación hay que añadir el riesgo a que retrocedan los avances con respecto a la malaria en los países afectados por el ébola. En Guinea, Sierra Leona y Liberia, la mayoría de los centros hospitalarios siguen cerrados y el número de consultas en los ambulatorios ha descendido peligrosamente. A esto se añade la falta de personal sanitario muerto víctima del ébola, como es el caso de Sierra Leona. Todavía está por ver sus efectos sobre la malaria y otras enfermedades, puesto que el ébola ha dejado tan frágil los Sistemas de Salud, que no hay posibilidad de ocuparse de otras enfermedades cuya mortandad es mucho más elevada que la del propio ébola. No obstante los datos son optimistas y positivos. medicusmundi sabe que el reto es desarrollar nuevas herramientas, sabe que las mejoras seguirán avanzando…. Y sabe que en 2020 se planteará un plan de erradicación.